Por Beto Arán
Es reconfortante escribir sobre un icono del rock que hoy cumple 49 años de acalorada existencia. Su música la descubrí bajo el techo de una oscura habitación. Una radio casete sonaba a todo pulmón y esa minúscula garganta adolescente murmuraba sus primeros aullidos de Rock & Roll.
Eran tiempos de enseñanza básica, donde el patio del colegio era sinónimo de disputa, odio, rabia, desamor y más de alguna riña en la mierda de establecimiento que me cobijó durante los primeros años de educación. Quedaba en calle Vicente Valdés, comuna de La Florida, Santiago de Chile…cerca de un metro, paso el dato. Lo peor.
Fueron los gajes del oficio que serían la antesala de la explosión total. Lo que “rompe te hace más fuerte”, sonó a diario en mi cabeza desgastada por el aburrimiento. El sonido de Skid Row, Van Halen, Aerosmith o Motley Crue, fueron claves para convertir mi propio Vietnam y basura interior en amor propio.
Cuando explotó el Grunge, ya venía con las pilas cargadas. Una de esas baterías fue Skid Row, con una vozarrón de Bach que hacía estremecer hasta al rocker más dogmático. Eran tiempos de póster, rayados de cuaderno, intercambio de revistas y los primeros acercamientos a este infame circulo de vicioso.
Los sonidos de Slave to The Grind, fueron una patada en el trasero que aún sacude emociones. Siempre con actitud, caminando al frente, calentando a la masa y deslumbrando con su entrega. Ese es el viejo Sebastian Bach…el mismo que años después he tenido la oportunidad de conocer: alocado, extrovertido y gentil para firmar un disco, dedicarte una conversación, registrar una imagen, o bien, compartir con la familia.
Un cantante que hizo de su voz un sello único e irrepetible, que sin duda lo ubican entre los más grandes del Heavy Metal. Basta oír “Wasted Time”, para comprobar la genialidad de un registro difícilmente igualable: pasión, métrica y textura sónica confluyen en un alarido desgarrador e infernal.
Está más viejo, su voz más desgastada, pero al actitud y sencillez se exuda por los poros. Un Frontman que ha compartido escenario con los más grandes del Rock & Roll, comportándose bajo de las tablas como un músico cercano a los fans, sin rollos ni locas peticiones. Cómo olvidar la querida mesa en la Piccola Italia o el frenético saludo tras bambalinas en New York, para no creerla. Esa historia será parte de un libro.
Todo mi afecto y cariño para Sebastian Bach, excelente cantante…mejor persona.
Escuchemos la placa más célebre junto a Skid Row, ellos se lo pierden ¡¡¡AGUANTE BACH!!! ¡¡¡FOREVER WILD!!