Lanzado un 22 de septiembre de 1992, el quinteto angelino trajo consigo los sonidos setenteros del folk, alojados bajo un concepto sónico que destapó el talento de un artista que se convirtió en ícono de una generación.
Por Beto Arán.
Muchos dirán que la muerte de un carismático vocalista de una medianamente exitosa banda de rock, en general, con los años convierte a esa agrupación en un grupo “de culto”. Una teoría que podría ser comprobable, en la medida que esa agrupación no haya sido capaz de sustentar su legado. Escenario que su posterior y magistral entrega, “Soup”, terminó siendo el viejo “cliché” que rodea a los mártires del rock.
Y qué duda existe, sobre la calidad musical y performance en vivo del quinteto formado en Los Ángeles (1989), capaz de echar por tierra la manoseada premisa. La explosión y apogeo del “grunge”, especialmente en la primera mitad de los 90′, dejó en un segundo plano el breve rodaje de Blind Melon. Una banda desaliñada, con look de la oleada hippie de los 60’ y 70’ que, incluso utilizó guitarras vintage para emular un sonido más retro. Cualidad potenciada con un frontman de voz única e irrepetible, agudamente melódica, versátil y de sensible tonalidad. Ahí donde artistas como Canned Heat, Neil Young, Janis Joplin, Led Zeppelin o Joni Mitchell, por citar algunos, sembraron una poderosa influencia en la lírica del malogrado vocalista.
El debut homónimo de Blind Melon, ya venía precedido por la colaboración de Shannon Hoon con Guns N’ Roses, a través de su aparición en el videoclip de “Don’t Cry” junto a Axl Rose. Si bien, sirvió para efectos de promoción y marketing, no se vio reflejado en términos de ventas. El sonido sureño y el groove de sus guitarras dan el puntapié inicial a esta placa con “Soak the Sin”, donde se lucen en las seis cuerdas Rogers Stevens y Christopher Thorn. Similar tendencia se registra en “Tones of Home”, uno de los puntales del disco, donde los cambios de ritmo se acoplan de forma perfecta con las dos caras de la voz de Hoon, manifestando una aterciopelada delicadeza junto a sus entonados aullidos.
El deleite vocal de Shannon, se hace notar aún más en “I Wonder”. Un hermoso tema que, con existencial lírica, se pasea por todos los estados anímicos con grandilocuencia sonora. La juguetona “Paper Scratcher”, prosigue algunas líneas no menos significativas, (On the day I die, thank God my soul will be released/ El día que muera, gracias Dios mi alma será liberada).
En “Dear ol’ Dad”, la batería de Glen Graham, marca los tiempos de un tema movedizo, junto a la mezcla de guitarras eléctricas con acústicas, con una contagiosa voz de Hoon. Pero si el espíritu de las buenas intenciones y buenaventuras en las letras de Shannon se pueden expresar en un solo registro, esa es la hermosa “Change”. Sin duda, un consejo para los adolescentes aproblemados de una generación: (And when your deepest thoughts are broken, Keep on dreaming, boy, ‘Cause when you stop dreamin’ it’s time to die./ Y cuando tus pensamientos más profundos se rompen, sigue soñando, chico, porque cuando dejas de soñar es hora de morir). Una canción que escribió a los 18 años cuando tocaba en una banda de covers, justamente, de Guns N’ Roses.
La mitad de la placa, se ve iluminada por la canción que lanzó a la fama global al quinteto, “No Rain”. Su aplaudido videoclip de una niña disfrazada de abeja, incomprendida y que luego encuentra su lugar, se convirtió en un ícono de MTV. Todo envuelto en un entramado pop, provista de acordes sureños que hasta hoy resuena en los recuentos de esta década.
“Deserted”, sube los decibeles con un groove incansable y una gran explosión en las cajas de Graham. Mientras que la sensible “Sleepyhouse”, obedece al nombre de la casa donde la banda comenzó a ensayar en sus inicios, en Carolina del Norte, donde Shannon volvía a su niñez. Enseguida, “Holyman” profundiza en las creencias espirituales de Hoon, que con su rasgada voz no para de envolvernos en una atmósfera “janis-jopliana”. Todo, en general siempre contando con la aplicada presencia de Brad Smith en el bajo.
“Seed to a Tree” nos vuelve al rock habitual del quinteto, al tiempo que “Drive”, exuda el folk rock que se cierne sobre este disco. “Time” cierra en alto este mágico debut de Blind Melon, el que marca su punto de inflexión en cuanto a su rápido crecimiento. Cabe destacar la permanente referencia existencial y espiritual (no religiosa) de Shannon Hoon. Una cualidad expresada en sus letras que, posteriormente marcará una profunda diferencia con su segundo y último álbum en estudio “Soup”. En 1995, lamentablemente los excesos de Richard Shannon Hoon, le quitaron la vida un 21 de octubre en Nueva Orleans en medio de una accidentada gira. Una lástima, considerando el potencial de un músico que no sólo tenia mucho que entregar a la música, sino que también a su pequeña hija, Nico.
Te invito a disfrutar de una subvalorada obra que, trae consigo, más de algún hermoso recuerdo de juventud guardado en nuestro disco duro.