Por Beto Arán.
Lanzado un 26 de mayo de 1986, significó el despegue de una agrupación germinada en los suburbios de Estocolmo.
Su próxima visita a Chile pactada para el 1 de diciembre en Movistar Arena, nos obliga a revivir los sonidos de un material que se convirtió en un clásico del hard rock mundial. Una producción que pulió los sonidos de sus trabajos antecesores – “Europe” (1983), “Wings of Tomorrow”(1984)– derivando hacia un concepto donde la fiestas, baladas y visión futurista se hacían patente con un sonido menos crudo y más estilizado. Un trabajo que abandonó sus influencias del heavy metal clásico, llevando su música hacia una estética más “americana”, logrando una transversalidad de seguidores que no necesariamente se rompían el cuello con Thin Lizzy, Deep Purple o Led Zeppelin.
A modo de contexto, el material se comenzó a germinar en septiembre de 1985 en los estudios Powerplay, ubicados en Zurich, Suiza, para luego deambular por diversas salas de grabación. Y claro está, sus relaciones personales iban de mal en peor. Factor que se une al tenso diálogo con su casa discográfica: Epic Records, argumentó que el sonido de la banda se vería fortalecido con el productor Kevin Elson. Un profesional que tenía entre sus pergaminos, haber consolidado el sonido de los legendarios Journey.
Quizás, dicho antecedente te ayudé a comprender las diferencias entre “The Final Countdown” con sus trabajos antecesores. Sumado a la fórmula de éxito radial que en el viejo continente, tenía a Def Leppard como amos y señores de la escena. Cualidad que se unió al salto audiovisual con la mano de MTV, responsables de consolidar su éxito en Estados Unidos. Antecedentes suficientes para que los manejadores de Europe, consideraran que la banda no se podía quedar atrás.
Las grabaciones, métodos de composición y resultado final de los temas, no fueron del agrado de John Norum, quien finalmente terminaría dejando la banda siendo reemplazado por Kee Marcello. Este último, tomaría las seis cuerdas en la maratónica gira del tour que llevaría el mismo nombre del álbum.
El resto es historia conocida: éxito y un reconocimiento mundial que los hace de un prestigio que no han tranzado, siendo una agrupación vigente tanto en el escenario como discográficamente.
Ahora bien, el presente material, al margen de “The Final Countdown”, “Rock the Night”, “Carrie” o “Cherokee”, es referirse a una placa impecable, sólida y provista de canciones que se convirtieron en himnos del rock. Nunca abandonando el carácter pulcro y sinfónico que distingue a la música sueca. Con guiños hacia el progresivo, combinando las distintas vertientes sónicas que le dieron un sello personal y característico. Tal vez y, me incluyo, algunos extrañaron ese desparpajo adolescente de sus dos primeros trabajos.
Sin embargo, es muy probable que no haber existido el material que hoy celebra 36 años, jamás hubiésemos conocido el talento esta increíble agrupación. Por todas las razones citadas, sólo nos queda reencontrarnos el próximo 1 de diciembre en movistar Arena.