Por Gonzalo Robles Fantini.
Hay un riesgo implícito en llevar a la pantalla grande un hecho real, de connotaciones dramáticas, en especial cuando se trata de una historia que constituye una denuncia social. A menudo, estos filmes suelen ser efectistas, melodramáticos y exagerados: la realidad desborda más sangre y dolor a través del celuloide.
No es el caso de “En el nombre del padre” (1993), obra del director irlandés Jim Sheridan, que gracias a un eficiente y acertado guión, escrito por el mismo Sheridan junto a Terry George (basada en la autobiografía “Proved Innocent”, de Gerard Conlon, soberbias actuaciones, una talentosa fotografía de estilo documental (a cargo de Peter Biziou), y la dirección del autor de, entre otras, “Mi pie izquierdo” (1989).
Esta obra es la historia de una severa y dolorosa injusticia de parte del Estado y Poder Judicial Británico en contra de los conocidos como Los cuatro de Guildford y Los siete de Maguire. El escenario es Irlanda del Norte en la década de los 70. Gerard Conlon (interpretado de forma magnífica por Daniel Day- Lewis) es un joven ladronzuelo que vaga por el peligroso barrio Falls Road, controlado por el IRA y bajo el asedio permanente del Ejército Británico. Un confuso incidente provoca la reacción de los militares en contra de Gerry, y la respuesta de la comunidad de irlandeses, al punto que el IRA se hace parte, amenazándolo. El padre del joven (Pete Postlethwaite), alertado del futuro incierto de su hijo, lo envía a Londres a la casa de unos tíos.
En la capital británica, Gerry se involucra con una comunidad hippie, junto a un amigo de infancia, con los que comparten una vida de drogas y amor libre. Pero la situación que desencadena el drama es el atentado en un bar de Guildford, perpetrado por el IRA, mediante una bomba de asesinó a cinco ingleses y dejó numerosos heridos. Gerry regresa a Belfast, convencido de que su suerte no está en Londres, pero el Ejército Británico acude a su hogar a buscarlo. Lo acusan de ser el responsable del atentado de Guildford, junto a su amigo irlandés y otros dos integrantes de la comunidad hippie. Giuseppe Conlon, padre de Gerry, viaja a Londres en su ayuda, y se hospeda en la casa de los familiares donde inicialmente, iba a quedarse su hijo. También es detenido, junto a la familia Maguire, a quienes acusan de fabricar explosivos para el IRA.
“En el nombre del padre” es la historia de uno de los mayores casos de errores y abusos judiciales, y represivos por parte de los organismos de seguridad, en contra de inocentes. Los hechos en sí mismos son dramáticos, pero el guión es acertado en dosificar los hechos y presentarlos en un orden atractivo al espectador: el filme se inicia con la abogada Gareth Pierce (Emma Thompson, otro talento en la actuación), quien conduciendo su auto escucha un casete con el testimonio de Gerry Conlon, y, luego, la voz en off de Day- Lewis luego acompaña la escenificación de los hechos narrados. Asimismo, las interpretaciones no exageran en las emociones intensas, evitan caer en la sobreactuación. Sin embargo, esto no significa que no sean efectivas; es una película de actuaciones, pero con los otros elementos funcionando en sincronía.
La dirección de Sheridan es sobria, no abusa de movimientos de cámara ni de encuadres muy rebuscados. Por cierto, no es un cine de metáforas visuales. El rol de Sheridan es crear un telón visual emotivo donde los personajes den rienda a las experiencias de la historia. Contribuye, en este aspecto, la austera fotografía de Peter Biziou, de estilo documental y gran factura.
En el nivel dramático, “En el nombre del padre” no sólo es un cine político, de denuncia. Si bien está presente, así como el retrato social, también es una película que aborda la tensa relación de entre padre e hijo. Giuseppe, un padre conservador y un tanto severo con su hijo, comparte celda con Gerry, quien le recrimina su carácter pusilánime y actitud pasiva. Las escenas de la relación penitenciaria entre ellos alcanzan algunas de las escenas de mayor expresividad.
Esta película fue criticada muy severamente, e incluso denostada, por un sector de la prensa especializada en Reino Unido, por ser considerada muy antibritánica. Considero que, pese a ser un tema muy local de las islas europeas, representa un cine de calidad, de factura social y política, que debe ser revisado, en especial considerando su parentesco con el filme “El juego de las lágrimas” (Neil Jordan, 1992), también de otro irlandés que aborda el tema de la lucha del IRA por la independencia de la Corona Británica.
En www.los90.cl te dejamos con el trailer de la estremecedora película de 1993. Cinta que cuenta con la música de los irlandeses de U2.